Los cracks
La cultura del ‘crack’ nos ha idiotizado.
Vivimos en la era de los cracks.
Todo el mundo es un fenómeno. Un visionario. Un referente.
Aunque nunca haya liderado nada. Aunque no haya tomado una sola decisión difícil en su vida. Aunque repita lo mismo que otros ya dijeron mil veces, pero con mejores filtros.
Hemos confundido la admiración con la adulación. Y eso nos está saliendo muy caro.
Porque mientras aplaudimos como focas a cualquiera que suelte una obviedad con buena voz, dejamos de ver lo que realmente importa: los resultados, la consistencia, la responsabilidad.
Ya no admiramos al que hace. Admiramos al que parece que hace.
Y ojo, esto no es culpa de ellos. Es culpa nuestra. Porque nos encanta tener ídolos baratos. Nos encanta poner en pedestales a gente que no nos incomoda, que no nos desafía, que no nos hace sentir que podríamos estar haciendo más.
La cultura del crack nos ha vuelto cómodos, complacientes… y ciegos. Porque si todo el mundo es un crack, entonces nadie lo es.
¿La solución?
Volver a mirar con lupa. Volver a hacer preguntas incómodas. Volver a valorar a quien no necesita que le aplaudan para hacer su trabajo.
Menos “cracks”. Más gente con sustancia.